ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA, TECNOLÓGICA O INNOVACIÓN UCRANIA EN EL TABLERO GEOESTRATÉGICO RUSO: UN ANÁLISIS DESDE LOS CÓDIGOS GEOPOLÍTICOS (1991-2022)UKRAINE IN THE RUSSIAN GEOSTRATEGIC CHESSBOARD: AN ANALYSIS BASED ON GEOPOLITICAL CODES (1991-2022) |
Código: 1365623211 |
Mario Urueña Sánchez
Miriam Dermer Wodnicky
Los autores:
Mario Urueña Sánchez, doctor en Derecho.
Universidad La Gran Colombia.
Profesor de la Universidad del Rosario.
0000-0002-8040-6240
mario.uruena@urosario.edu.co
Miriam Dermer Wodnicky,
Universidad La Gran Colombia.
Magíster en Ciencia Poítica y Relaciones Internacionales. Profesora investigadora de la Universidad del Rosario.
0000-0001-8749-9024.
miriam.dermer@ugc.edu.co
Recibido: 12 de julio de 2022;
evaluado: 15 de agosto de 2022;
aceptado: 18 de agosto de 2022.
Cómo citar este artículo (Chicago): Urueña Sánchez, Mario, y Miriam Dermer Wodnicky. "Ucrania en el tablero geoestratégico ruso: un análisis desde los códigos geopolíticos (1991-2022)". Novum Jus 16, núm. 3 (2022): 17-42. https://doi.org/10.14718/10.14718/NovumJus.2022.16.3.2
Resumen
El objetivo de este artículo consiste en analizar, desde la operatividad de los códigos geopolíticos, el contexto y el desarrollo del conflicto entre Rusia y Ucrania entre 1991 y 2022. Para darle alcance, se recurrirá al concepto de códigos geopolíticos, ya que este brinda un marco en el que se puede examinar la confluencia de factores, causas y actores implicados en este conflicto. La metodología utilizada será la de estudio de caso, mediante la cual se hará seguimiento del proceso que llevó a este desenlace.
Palabras clave: Rusia, Ucrania, conflicto, códigos geopolíticos, geopolítica.
Abstract
The aim of this article is to analyze, from the geopolitical codes' perspective, the context and development of the conflict between Russia and Ukraine between 1991 and 2022. For this purpose, the concept of geopolitical codes was used, since it is a framework that can operationalize the confluence of factors, causes and players involved in this conflict. The case study methodology allowed to understand the process that led to this outcome, tracing it from the initial conditions.
Keywords: Russia, Ukraine, conflict, geopolitical codes, geopolitics.
Introducción
Muchas veces, en el momento de analizar un conflicto cualquiera, la pretensión de varios estudiosos es ponderar unos factores sobre otros para establecer una relación causal nítida entre el desenlace de este y las dimensiones que se quieren resaltar. Resultado de ello es la afluencia de perspectivas de los conflictos que terminan por reducir sus causas a variables específicas, sean económicas, políticas, sociales, culturales o militares. Esta inquietud lleva a preguntarse: ¿cómo puede ser entendido un conflicto de una manera holística?
En respuesta, este artículo toma como objeto de estudio el actual conflicto desarrollado en Ucrania con la intervención de la Federación Rusa. Además de ser el conflicto de mayor atención para la gran audiencia mundial de hoy, es una situación con un gran número de actores involucrados, de discursos cruzados y de factores que, desde hace años, en especial desde la caída de la Unión Soviética, han venido atizando la crisis, hasta llevarla al punto en el que se encuentra.
Se toma como herramienta de análisis el concepto de códigos geopolíticos, a causa de la necesidad de apropiarse de un marco que permita integrar, de manera sistemática, la multiplicidad de actores, lugares y variables que demandaría el entendimiento de una política exterior de una potencia relevante dentro del sistema internacional.
El objetivo de este artículo es analizar, desde la operatividad de los códigos geopolíticos, el contexto y desarrollo del conflicto entre Rusia y Ucrania entre 1991 y 2022.
Se sigue la metodología de estudio de caso, por la que "se realiza un seguimiento del proceso desde el cual las condiciones iniciales del caso son traducidas en el efecto del caso." 1 Esta es útil como un método fuerte de testeo de teorías. Tomar un único caso de estudio facilita ahondar en las causas, las dimensiones y los actores de este conflicto, para comprenderlo como una singularidad, sin someterlo a comparaciones o usarlo para generalizaciones.
Este documento está dividido en cinco partes. En la primera, se expone la conceptualización de los códigos geopolíticos. En la segunda, se estudia la fluctuación de los códigos geopolíticos de Rusia entre el ámbito local y el regional. En la tercera, se caracteriza la transición de Ucrania de un pivote geopolítico a una amenaza vista desde Moscú. En la cuarta, se determina la respuesta de Rusia a lo que concibe como la amenaza ucraniana desde 2014 y en la quinta, se identifican las justificaciones de esa respuesta desde la perspectiva rusa.
Marco conceptual: los códigos geopolíticos
Los geopolíticos Peter Taylor y Colin Flint2 han sobresalido por ser los autores de la geopolítica radical. Han acuñado y desarrollado con mayor suficiencia el concepto de "códigos geopolíticos", una herramienta que se juzga de utilidad para dar una lectura analítica a la política exterior rusa de las últimas décadas y al papel que Ucrania desempeña en esta. En palabras de Taylor, los códigos geopolíticos se definen como:
[...] códigos operativos que consisten en una serie de supuestos geográfico-políticos en los que se basa la política exterior de un país. Estos códigos deben definir los intereses de un Estado, indicar cuáles son las amenazas externas para esos intereses, planificar una respuesta ante tales amenazas y justificar dicha respuesta. Es evidente que hay tantos códigos geopolíticos como Estados.3
No obstante, los códigos geopolíticos van más allá del interés del Estado, puesto que contempla de igual modo la interacción que tiene este con otros Estados, identificada como favorable u opuesta a la satisfacción de ese interés nacional. Según Flint, cada Estado define sus códigos geopolíticos en función de cinco premisas centrales:
- Cuáles son nuestros actuales y potenciales aliados
- Cuáles son nuestros actuales y potenciales enemigos
- Cómo podemos preservar a nuestros aliados y procurar otros aliados potenciales
- Cómo podemos enfrentar a nuestros actuales enemigos y a las amenazas emergentes
- Cómo podemos justificar los cuatro presupuestos arriba mencionados a nuestro público y a la comunidad global.4
Luego de establecer esta definición y los propósitos contenidos en los códigos geopolíticos es pertinente indagar sobre su alcance geográfico. Pensadores geopolíticos como Saul Cohen preconizaron la visualización del mundo a partir de cuatro campos de análisis superpuestos y mutuamente determinantes, en lugar de un único fenómeno indivisible: las regiones geoestratégicas, las regiones geopolíticas, los Estados-nación y las unidades subnacionales.5
Por su parte, Taylor concilia esta visión de las unidades de análisis con el enfoque de sistemas-mundo de Wallerstein e involucra con ello las dinámicas inherentes al modo de producción capitalista. En consecuencia, discrimina tres unidades de análisis: economía-mundo, Estado-nación y localidad. Al entremezclarlas con la delimitación de los códigos geopolíticos, se infiere que el cálculo que debe hacer cada Estado corresponde a su capacidad de expandir su escala de influencia hacia cada de las unidades de la geopolítica mundial. De vuelta a Taylor:
Los códigos geopolíticos funcionan en tres niveles: local, regional y global. El código del nivel local supone una evaluación de los Estados vecinos y que tiene que ser elaborado por los gobiernos de todos los países, por pequeños que sean. Los códigos de nivel regional son necesarios para los Estados que aspiran a proyectar su poder más allá de sus vecinos inmediatos, y los gobiernos de todos los países que son potencias regionales o de los que aspiran a serlo tienen que diseñar estos códigos. Por último, unos cuantos Estados tienen políticas globales, por lo que sus gobiernos disponen de los códigos geopolíticos de extensión mundial. Es decir, todos los países tienen códigos geopolíticos locales, muchos tienen códigos regionales y solo unos cuantos tienen códigos geopolíticos globales.6
Esta visión de los códigos geopolíticos se inscribe en un marco más amplio de análisis referente a los ciclos hegemónicos. Inspirado en la obra del autor realista George Modelski, el modelo de los ciclos hegemónicos parte de una revisión de los "liderazgos mundiales" desde los albores de la Modernidad para caracterizar los períodos de liderazgo, sus hitos, instituciones clave, alianzas, rivalidades, puntos de inflexión hacia el poder mundial, su decadencia y las guerras mundiales hacia el siguiente liderazgo. Al articular los códigos geopolíticos con este modelo, se infiere que "estableciendo los códigos geopolíticos de países particulares a través de las fases del Modelo de Modelski, se puede tener un entendimiento de las oportunidades y construcciones que el contexto geopolítico global define".7
Para el caso escogido (Rusia y Ucrania), la geopolítica y los códigos geopolíticos coadyuvan a diseccionar la política exterior de un actor geoestratégico (Rusia) en los campos de análisis disponibles y el papel que allí desempeña un pivote geopolítico (Ucrania).
Rusia como actor geoestratégico y sus códigos geopolíticos: entre lo local y lo regional
Hacer una caracterización de la Federación de Rusia después de la caída del muro de Berlín y de la disolución de la Unión Soviética (URSS) en 1991 dista de una respuesta unívoca. Pese a que continúa siendo una potencia militar y política, su desempeño en otros frentes resulta más modesto al encasillarla como una potencia mundial. Por un lado, el exconsejero nacional de Seguridad de los Estados Unidos, Zbigniew Brzezinski, señala a Rusia como un actor geoestratégico. Para él:
Los jugadores geoestratégicos activos son los Estados con capacidad y voluntad nacional de ejercer poder o influencia más allá de sus fronteras para alterar el estado actual de las cuestiones geopolíticas. Estos Estados tienen el potencial y/o la predisposición para actuar con volubilidad en el terreno geopolítico. Por alguna razón —la búsqueda de grandeza nacional, el cumplimiento de ciertos objetivos ideológicos, el mesianismo político o el engrandecimiento económico— algunos Estados intentan alcanzar una posición de dominio regional o de importancia global.8
Al revisar esta definición, se asume innegablemente a Rusia como un actor geoestratégico, debido a su considerable influencia en el continente euroasiático, en especial, en los territorios que formaban parte de la URSS. La pregunta que queda pendiente es si la Rusia de estas décadas se encuentra más inclinada hacia "el dominio regional" o hacia "la importancia global", es decir, si su liderazgo se proyectaría hacia los códigos geopolíticos globales o si se vería circunscrito a los regionales.9
Para Brzezinski, el único país en el actual sistema internacional con posibilidad de manejar códigos geopolíticos globales es Estados Unidos. Estos códigos apuntan a tres direcciones:
[...] a mantener una presencia militar constante en lo que para ellos es la cuna del terrorismo; el segundo, a la disminución de la dependencia energética rusa de sus principales socios —Europa occidental—; y el tercero, el surgimiento de un protobloque que pretende minimizar el papel de China en el mundo.10
Del lado de Rusia, esta corriente de pensamiento suele ubicar sus códigos geopolíticos entre lo local y lo regional. Por una parte, ese país concibe a todo el espacio exsoviético como su área de influencia. Esto se traduce en evitar la intromisión de otras potencias en la región (en especial Estados Unidos), a la vez que pretende restablecer el control dentro de las fronteras de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Con el objeto de sostener su influencia en esta área, Rusia cuenta con tres instrumentos:
1) integración de la CEI bajo dominio ruso; 2) el uso de factores militares, económicos y políticos para subordinar la independencia de los Estados de la ex URSS; y 3) buscar el reconocimiento internacional del CIS como una zona exclusiva para fuerzas de mantenimiento de la paz rusas.
Todo lo anterior con base en el crecimiento de su economía nacional, para traducirlos en mayor poder e influencia tanto en el escenario regional como en el global. La punta de lanza de dicho crecimiento se asienta en diversificar su presencia en mercados internacionales y en robustecer su industria energética.12
Empero, esta fluctuación que han tenido los códigos geopolíticos rusos entre lo local y lo regional ha encontrado dos variables asociadas a los gobiernos de Vladimir Putin, que han incidido en la pretensión de llevar esos códigos geopolíticos más allá: su visión sobre Occidente y su relación con China.
Estos treinta años en la política rusa de Putin pasaron de la discusión entre derzhavniks e internacionalistas al retorno a "la relación entre iguales" con Estados Unidos. Al dar por terminada la Guerra Fría, se abrió un profundo debate entre las élites del Kremlin con respecto a la dirección que debería tomar la política exterior del naciente país. Por una parte, se hallaban los derzhavniks, simpatizantes de un sobredimensionado poder estatal y de la defensa de los intereses "vitales" de Rusia en la región, concentrados en lo que denominaron "el extranjero próximo", es decir, en el vecindario. Para satisfacer estos intereses, los derzhavniks aconsejaban robustecer las capacidades nucleares disponibles, resolver las disputas con sus vecinos y defender el éxodo ruso en tiempos de la antigua URSS. Esta manera de garantizar su seguridad mediante el aumento de capacidades materiales y la pacificación de su entorno eran percibidas por ellos como un antídoto ante la tentación de cederle la supremacía a Estados Unidos.13
Por la otra parte se encontraban los conocidos como "internacionalistas". Los miembros de esta facción "buscaban una política más conciliatoria, no intervencionista y hasta aislacionista para con el 'extranjero próximo' y un apoyo a mantener cierta afinidad con Estados Unidos en los asuntos internacionales".14 Esta búsqueda partía de una visión más autocrítica del papel de Rusia en el nuevo orden mundial: si esta seguía siendo o no potencia y, si lo era, de qué tipo.
En un primer momento, esta disyuntiva se inclinó hacia la segunda facción durante el mandato de Andrei Kozyrev como ministro de Asuntos Exteriores (1990-1996). Referido por ser el guía de la diplomacia de la "Nueva Rusia", Kozyrev era un férreo apologeta de la postura prooccidental de su país. Bajo su liderazgo se cristalizó un frente común, conocido como el "Consenso 93". Este acuerdo dejó atrás las iniciativas de "democratización radical", para dar prioridad a una suerte de pragmatismo posimperial. Con ello se privilegiaba el interés nacional y la agenda regional antes que cualquier cruzada global.15
El sucesor de Kozyrev, Yevgeny Primakov (1996-1998), dio un continuismo matizado al Consenso 93. A la intención de mantener el dominio sobre los países de la antigua URSS para sostener el acceso a recursos estratégicos, la "doctrina Primakov" sumó el pragmatismo para alentar el multilateralismo. Sobre lo primero, los métodos predilectos de acción eran el recurso defensivo contra grupos hostiles (por ejemplo, los fundamentalistas islámicos), la intervención a favor de facciones secesionistas, las labores de mantenimiento de paz y, de ser necesario, los boicots económicos. Respecto a lo segundo, el multilateralismo procuró la inserción al mundo desde una relación de igualdad, pero de disenso con Estados Unidos. Los casos de Cuba e Irak, el conflicto árabe-israelí y la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) supusieron un escenario de ligera retoma del pasado hegemónico antes que al de buscar una relación de "gana-gana" con Occidente.16
La llegada de Vladimir Putin, primero como primer ministro, en 1999, y luego como presidente de la Federación de Rusia, en 2000, marcó una profundización del eurasianismo en la política exterior rusa hasta la época reciente. En los años de Boris Yeltsin, su predecesor, Rusia se había debatido entre asumir una política exterior orientada hacia el "atlantismo" o hacia el "eurasianismo" (la tradición más arraigada históricamente). Como se vio con Kozyrev y Primakov, el mandato de Yeltsin inició con una vocación hacia la primera opción, pero terminó regresando a la primacía de la segunda.17
El traumático fin de la era Yeltsin y la de toma de las riendas del Estado por parte de Putin significó una redefinición de los códigos geopolíticos rusos. Luego de haber calificado la desintegración de la URSS como una "catástrofe" durante una de las primeras declaraciones de su gobierno, Putin decidió poner el acento en el restablecimiento de la dignidad nacional y del poderío del Estado como el primer paso hacia la restauración de la otrora gloria rusa. La modernización y el bienestar social se volvieron, entonces, el medio para lograr esos fines. En este marco, "se presupone que la política externa está obligada a crear condiciones favorables y seguras para cumplir esta misión".18
La estrategia para que la política exterior conlleve al cumplimiento de estos objetivos para la administración Putin se concibió desde una perspectiva llamada multivectorial, cuyos frentes se pueden resumir en:
1) restaurar el poder de Rusia en la exesfera soviética (Comunidad de Estados Independientes, CEI); 2) establecer y estabilizar un sistema internacional multipolar, promoviendo la cooperación con China e India; 3) mantener relaciones amistosas con Occidente; y 4) asociarse con la Unión Europea.19
La implementación de esta estrategia en casi todos estos frentes no ocurrió sin traumatismos. Los conflictos en zonas separatistas como Chechenia y en antiguas Repúblicas soviéticas como en el Cáucaso, el recelo con el que algunas de estas han percibido la consolidación de la CEI (e incluso han buscado conformar alianzas disidentes), las tensiones en países considerados de vital importancia como Ucrania y la expansión de la OTAN hacia Oriente, incluso a los Estados bálticos de la anterior URSS, hablan de un camino sinuoso hacia la consecución de este nuevo proyecto eurasianista.
En relación con la interacción entre Rusia y la OTAN, se pone de presente que, con Putin, esta se ha visto cruzada por la desconfianza mutua, más allá de los avances en la cooperación. La preferencia por recuperar la infraestructura económica de su país condujo a Putin a privilegiar una posición cooperativa con la Organización, con miras a evitar que una mala relación con Occidente pudiese torpedear la reconstrucción del aparato productivo nacional. No obstante, desde la OTAN, la percepción acerca de la Rusia de Putin como una suerte de nuevo imperio, cuyos códigos geopolíticos se ampliarían de nuevo hacia lo global, terminó por reeditar una política de contención hacia ese país.20 El resultado de tal política se plasmó en el incremento de miembros de la OTAN, no solo de la anterior URSS, sino también de la antigua Cortina de Hierro. A los países bálticos se sumaron Bulgaria, Estonia, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia, Albania, Croacia, Montenegro y Macedonia del Norte, como parte de la Organización, en lo que va corrido del siglo XXI.
Un hito en las tensiones entre Rusia y la OTAN ocurrió en la cumbre de Bucarest de 2008, cuando portavoces de la Organización afirmaron que Ucrania y Georgia podrían convertirse en miembros. Este acto provocó la reacción de Putin, quien manifestó, días después, que "ningún líder ruso podría cruzarse de brazos de cara a la intención de la OTAN de hacer miembro a Ucrania. Eso sería un acto de hostilidad hacia Rusia".21
La animosidad entre Rusia y Occidente, durante los años de Putin, contrasta con los acercamientos hacia China como uno de sus aliados regionales. Uno de los primeros hitos de esta alianza es la constitución de Organización de la Cooperación de Shanghai (OCS), en 2001. La OCS es una organización internacional concentrada en Asia Central, cuyos temas giran en torno a la seguridad regional y asuntos fronterizos, económicos, energéticos, tecnológicos y culturales. Si bien sus Estados participantes incluyen a Kazajistán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán, así como a Mongolia, India, Pakistán e Irán como Estados observadores y a otros invitados a cumbres como Bielorrusia, Afganistán y Turkmenistán, es indudable que el liderazgo de la Organización recae en el eje sino-ruso.22
A pesar de las dudas sobre la efectividad de la OCS y, más aún, de considerarla una OTAN euroasiática, este organismo es usado por Rusia para satisfacer ciertos intereses regionales, como posicionar sus recursos energéticos y otras estrategias económicas para expandir su influencia en Eurasia. Con ello lograría mitigar su dependencia de Europa en el ámbito de la exportación energética.23
Al igual que lo ocurrido con la OTAN, la visualización de Occidente de los códigos regionales rusos (en este caso, sino-rusos) se ha caracterizado por la desconfianza e, incluso, por la paranoia. El más claro ejemplo de esto es la denuncia hecha por el eurodiputado alemán Albrecht Rothacher, para quien la OCS es una institución "abiertamente antiestadounidense y antieuropea, que conspira contra la democracia y que representa un cartel para mantener a los 5 presidentes de Asia Central y a sus clanes en el poder".24
Ucrania: de pivote geopolítico a amenaza
Como puede inferirse de las páginas anteriores, para los códigos geopolíticos rusos tanto locales como regionales, Ucrania resulta un asunto de central importancia para delinear la política exterior del Kremlin. Para Brzezinski, esta situación se sintetiza de la siguiente manera: "[...] sin Ucrania, Rusia dejaba de ser un imperio con un pie en Europa".25
En el argot geopolítico, se ha hablado de Ucrania como un "Estado tampón" o un "Estado bisagra".26 Empero, en este artículo, se ha decidido otorgarle a este país la denominación de "pivote geopolítico", ya que se antoja como la más comprehensiva para entender este fenómeno. Desde Brzezinski, debe aclarase que:
Los pivotes geopolíticos son los Estados cuya importancia se deriva no de su poder y de sus motivaciones, sino más bien de su situación geográfica sensible y de las consecuencias que su condición de potencial vulnerabilidad provoca en el comportamiento de los jugadores geoestratégicos. Muy a menudo, los pivotes geopolíticos están determinados por su geografía, que en algunos casos les da un papel especial, ya sea el de definir las condiciones de acceso de un jugador significativo a áreas importantes o el de negarle ciertos recursos.27
Al analizar los factores por los cuales Ucrania se percibe como vital para los intereses del Kremlin, se pueden observar temas geoeconómicos y geopolíticos. Su ubicación brinda la facilidad de acceso al mar Negro por su costa septentrional y, con este, a los importantes recursos que allí yacen, como el gas natural. Sin embargo, el papel de Ucrania en el mercado mundial de los hidrocarburos tiene que ver, sobre todo, con el tránsito antes que con la producción. En contraste con otros Estados con dominio sobre este mar, como Turquía, que en 2020 descubrió el mayor yacimiento de gas natural de su historia allí y cuyas reservas estimadas son de 320 000 millones de metros cúbicos,28 o Rumania, la cual aspira, desde 2023, a explotar por consorcio dos yacimientos con reservas estimadas de 84 000 y 10 000 millones de metros cúbicos respectivamente,29 Ucrania se ha lucrado por ser la zona de paso de gasoductos. Este país cuenta con:
[...] 72 estaciones de compresión, la red de transporte de gas de Ucrania incluye casi 28 000 millas de tuberías y 13 instalaciones de almacenamiento subterráneo con una capacidad total de trabajo de 1,1 Tcf, lo que sitúa al país como el segundo mayor por capacidad de almacenamiento de Europa y Eurasia, por detrás de Rusia.30
Todo ese gas de proveniencia rusa es utilizado en menor medida para el autoconsumo de la población ucraniana, pero es destinado principalmente a los mercados europeos.31
Un renglón de la producción en el cual Ucrania tiene importancia mundial es el de los cereales y otros alimentos. Al sumar la producción ucraniana y la rusa, se contempla que entre ambos países "proporcionan el 19 % del suministro de cebada, el 14 % del trigo y el 4 % del maíz del mundo y representan más de un tercio de las exportaciones mundiales de cereales";32 además, Ucrania es el mayor exportador de aceite de girasol.
En el plano militar cabe apuntar algunas estimaciones que resaltaban que la Ucrania soviética era responsable de la producción de cerca de una cuarta parte de todo el armamento de la URSS: carros de combate en Járkov, portaaviones en los astilleros de Mikolayiv y la infraestructura aeroespacial repartida entre Kiev, Járkov y Dniepropetrovsk; además, era el tercer almacén de armas nucleares del mundo (posición que ocupó apenas terminada la Guerra Fría, después de Rusia y Estados Unidos y antes de acordar el traspaso de este armamento al primero, en 1994). Esta es la prueba notable de la sensibilidad de Ucrania para los altos mandos militares de Moscú.33
Dicha sensibilidad se hizo patente con el reparto de la Flota del Mar Negro y de sus bases navales. Tener el control de la segunda flota en importancia de la era soviética —después de los Flota del Norte— era un asunto de crucial valor geopolítico para las nacientes Repúblicas. Tal encrucijada solo pudo ser resuelta en el Tratado de Partición de 1997, luego de múltiples negociaciones entre las partes y muchos decretos. Este tratado acordaba que:
[...] ambos países se repartían en un 50 % la Flota del Mar Negro, a la vez que Ucrania aceptaba venderle a Rusia el 31,7 % de su respectivo porcentaje. De esta forma, Ucrania pasó a tener el 18,3 % y Rusia el 81,7 %, además de concederse a esta última el alquiler del puerto de Sebastopol, así como de otras facilidades militares en la península de Crimea hasta el año 2017. Sin embargo, y como todos sabemos, la disputa entre ambos países por el estatus de Sebastopol y de toda Crimea no haría más que empezar realmente.34
La valía de Ucrania como un pivote geopolítico es incuestionable tanto para la dirigencia política, económica y militar rusa como para sus homólogos de Occidente y los analistas especializados en el asunto. En la sección anterior, el análisis de los códigos geopolíticos rusos dio cuenta de una caracterización de los actores como aliados (China), de las rivalidades (Estados Unidos y la OTAN) y de las amenazas (grupos separatistas, fundamentalistas y exrepúblicas soviéticas rebeldes). El trasegar de Ucrania en la lectura de estos códigos desde afuera, luego de la disolución de la URSS, no es tan nítido como en los otros casos, aunque lo que hoy salte a la vista sea el paso del pivote geopolítico a una amenaza. Para explicar lo anterior, se requiere un estudio sobre las vicisitudes de la política doméstica ucraniana posterior a la Guerra Fría y a la reacción del Kremlin hacia estas.
Para Juan David Otálora, Ucrania puede ser catalogada como un Estado bipolar. Según el autor, se palpa un distanciamiento significativo entre las regiones oriental y occidental de este país (una más proclive a Rusia y la otra, a Europa) en tres ámbitos. En el identitario, la idea de un nacionalismo ucraniano se halla profundamente asentada en la franja occidental, en tanto en la oriental ha sido incipiente. En el lingüístico, la zona occidental tiene una preminencia del idioma ucraniano, a la vez que en su contraparte de oriente prima el bilingüismo e, incluso, el ruso en su parte sureña. Respecto a las preferencias ideológicas parece persistir un rezago de la Guerra Fría, al identificarse la mayoría de orientales como comunistas, al tiempo que, en occidente, la orientación es más anticomunista.35 Las raíces de esta bipolaridad de una nación dentro de un mismo territorio estatal distan de haberse originado en los años de la URRS, pero en definitiva fueron arraigadas en este período, ya que las "dos Ucranias":
[...] se apartaron de la periferia del imperio soviético en la base principal del movimiento democrático nacional y dentro de la puerta de entrada a Europa. Al mismo tiempo, el este de Ucrania que se formó como un núcleo industrial de la URSS y contribuyó esencialmente al potencial intelectual y administrativo del sistema soviético, con una población mayoritariamente de habla rusa, fue marginado en el nuevo mapa simbólico de Ucrania.36
Con la caída del socialismo real, los rumbos del Gobierno ucraniano han reflejado el estado de bipolaridad de la nación, al experimentar cambios (aún bruscos) en el paso de un Gobierno a otro. El afán de hacer malabarismo para enfrentar las presiones ejercidas por Bruselas, Washington o Moscú, se constata en la configuración y reconfiguración permanente de las relaciones de poder en Kiev.37 El aparente equilibrio que se había logrado en el Ejecutivo, con la Presidencia de Leonid Kushma durante una década (1994-2004), se rompió abruptamente, tras una serie de escándalos. El apoyo de Kushma a su delfín, el prorruso Viktor Yanukovich, y las serias denuncias de fraude electoral desembocaron, en noviembre de 2004, en la conocida Revolución Naranja, en la que los dirigentes prooccidentales Viktor Yushenko y Yulia Timoshenko lideraron una marea humana distinguida por ese color en la Plaza de Independencia, en Kiev. Después de meses de resistencia y tres elecciones, el primero fue electo como presidente y la segunda, como primera ministra.38
Sin embargo, el optimismo por llevar a Ucrania a una nueva era durante el lustro de Yushenko en el poder chocó con las dificultades económicas y la instrumentalización, por parte de Moscú, de la energía como arma política. Ejemplo de ello fue cuando, en 2005, el Gobierno de Ucrania tuvo que hacer frente a una guerra de precios por el gas con Rusia. Entre otras cosas, se recuerda el traumatismo que en ese año causaron en Europa los cierres del flujo del gas ruso proveniente de Ucrania (una práctica utilizada en varios momentos de este siglo) y los afanes de los países europeos para resolver la crisis lo antes posible.
El regreso de los prorrusos con Yanukovich, en 2010, lejos de mitigar los ánimos, volvió a encender la chispa con la que estalló la Revolución Naranja. Al retornar a una política exterior que priorizaba la relación con Moscú, Yanukovich enfrió todos los avances de su predecesor hacia la OTAN y la Unión Europea. Un nuevo estallido ocurrió en noviembre de 2013, luego de que Yanukovich prefiriese firmar un acuerdo de cooperación con Rusia, en detrimento de los acuerdos de asociación y de libre comercio con la Unión Europea. Fuertes protestas en Kiev y Lvov se derivaron de esta decisión del mandatario. Otra vez, la Plaza de la Independencia de Kiev fue epicentro de protestas que degeneraron en violentos disturbios, eventos conocidos como el Euromaidán y que terminaron con la conformación de un nuevo Gobierno y la huida de Yanukovich a Rusia, en febrero del año siguiente.39 Una década de inestabilidad en uno de los pivotes geopolíticos neurálgicos para los códigos geopolíticos locales y regionales rusos pronosticaría una reacción del Kremlin y un tratamiento de la crisis como una amenaza a su más íntimo interés nacional.
Respuesta rusa a la amenaza ucraniana: de la anexión de Crimea a la guerra de 2022
A pesar de haber iniciado en la Plaza de la Independencia de Kiev, el Euromaidán desencadenó una serie de protestas y de enfrentamientos entre facciones prorrusas y proeuropeas, que dio origen a un conflicto armado que parecía desarrollarse entre un Estado y una región separatista, pero que terminó por internacionalizarse y extenderse en el tiempo en tres fases.
En la primera fase, de marzo de 2014 a febrero de 2015, la Decisión del 11 de marzo, del Parlamento de Crimea, en apariencia refrendada por un referendo para independizarse y anexarse a Rusia el 14 del mismo mes, tuvo como reacción la disolución de este Parlamento por parte de Kiev y el paso de la acción política a la militar del Estado ucraniano. En el oriente del país, la región de Dombás experimentó la virulencia de esta confrontación cuando, el 7 de abril de 2014, un grupo de manifestantes de la facción afín a Moscú proclamó la independencia de la República Popular de Donetsk, en un edificio oficial de esa ciudad. Tres semanas después ocurrió lo mismo con la República Popular de Lugansk, que "liberó" otras ciudades y pueblos que se unieron a la lucha contra el Estado ucraniano. Las sucesiones entre negociaciones y acciones armadas, como la batalla de Mariúpol y los combates en el aeropuerto de Donetsk, fueron atizadas por la decisión de Putin de apoyar a los rebeldes y anexar Crimea.40 Esta concluyó con la Tregua de Minsk, de 2015, entre las partes con la participación de Alemania y Francia.
En la segunda fase, de junio de 2015 a marzo de 2019, esta tregua se rompió con fuertes confrontaciones en los alrededores de Márinka, de las Repúblicas de Donetsk y Lugansk. La OTAN optó por tomar acciones de cara al conflicto, al desplegar cuatro batallones en los países bálticos y Polonia lo hizo en abril de 2016, con el objeto de contener cualquier posible agresión rusa hacia sus miembros orientales. Tales acciones fueron apoyadas por Estados Unidos en septiembre de 2017, cuando desplazó hacia Polonia dos brigadas de tanques, y en enero de 2018, al imponer sanciones a veintiún individuos (muchos de ellos oficiales rusos) y nueve compañías vinculadas al conflicto ucraniano. En marzo de ese año, el Departamento de Estado aprobó la venta de armas antitanque a Ucrania, por primera vez desde el inicio del conflicto y, en septiembre, Estados Unidos, junto con la OTAN y Ucrania, ejecutó una serie de ejercicios militares aéreos de gran escala en el oriente de este último país.41
La tercera y actual fase, iniciada en febrero de 2022, vio cómo el fracaso del presidente ucraniano Volodímir Zelenski (electo en marzo de 2019) por terminar el conflicto en Dombás, aunado a su petición a la OTAN en abril de 2021 de brindarle membresía a su país lo antes posible ante los movimientos de las tropas rusas en la frontera y las acusaciones a Moscú por complotar un golpe de Estado en su contra, desembocaron en una intervención militar directa de Rusia meses después.
Esta fase se puede dividir en dos subfases, hasta ahora. En la primera, del 24 febrero al 29 marzo de 2022, las fuerzas rusas lanzaron un ataque relámpago contra el norte, el sur y el este de Ucrania, en busca de una victoria rápida como aquella que obtuvo con la anexión de Crimea, en 2014. Para lograr ese cometido, Putin envió 110 batallones tácticos operativos divididos en tres alas: la primera y más numerosa atacaba desde el sur (Crimea); la segunda, concentrada en Dombás y la tercera, proveniente del norte. A este último frente, la confianza del Kremlin en sus propias fuerzas y tácticas lo llevó a la toma de Kiev y de otras ciudades importantes, aprovechando como punto de entrada a Bielorrusia (aliada) y la cercanía con la capital (apenas a 75 kilómetros al sur de esa frontera). Una vez capturada Kiev, el plan era forzar la caída del régimen de Zelenski y su reemplazo por un Gobierno electo democráticamente.42
Para Rusia, la estrategia de una guerra relámpago se truncó rápidamente. Los mandos militares pecaron por subestimar las defensas ucranianas, las cuales pronto demostraron su capacidad de resistir los embates de las fuerzas invasoras. Las pocas victorias de las tropas rusas palidecieron ante la efectividad de la resistencia enemiga e, incluso, de sus victorias en lugares como las inmediaciones de Járkov. Al no poder penetrar en las ciudades deseadas, el Ejército ruso se inclinó por rodearlas y asediarlas con golpes de artillería y bombardeos, con lo que causó bajas civiles y daños a infraestructura, pero sin menoscabar la voluntad ucraniana.43
Frente al fracaso, Moscú cambió de estrategia a partir del 29 de marzo. El nuevo propósito era reducir la presión de ciudades como Kiev y Chernígov, para aunar esfuerzos sobre las provincias del este, enfocado en la "liberación" de Dombás con tácticas de ataques a larga distancia. Los tanques, la artillería y el poder aéreo atravesaban las zonas rurales de Ucrania, como la constante de esta nueva estrategia, que repetía patrones como los vistos en Afganistán en la década de 1980, Chechenia en la de 1990 y Siria en el tiempo reciente. Tales patrones, al juzgar por lo ocurrido en estos otros lugares, aumentarán tanto la destrucción de infraestructura como las bajas civiles.44
Justificación de la intervención rusa en Ucrania: entre el revisionismo y el altruismo
Luego de ver cómo Rusia ha ejecutado los componentes de sus códigos geopolíticos hacia su región en general y hacia Ucrania en particular (con mayor o menor éxito), solo queda por contemplar la justificación de estas acciones. Esta justificación puede analizarse tanto desde la concepción del Kremlin como desde el discurso que se emite hacia el auditorio doméstico e internacional.
Por un lado, el nacionalismo exacerbado, la agresividad en la política exterior y el deseo de intervenir en Ucrania durante los años de Putin parten de unos supuestos ideológicos que justifican esta ejecución específica de los códigos geopolíticos de parte de las élites políticas rusas. Inclusive, estos supuestos servirían para entender un renovado interés de Moscú por activar una suerte de códigos geopolíticos globales.
En los últimos años ha sido más explícita la intención de plantear un duelo entre iguales entre Rusia (empoderada por su acercamiento a China) y Occidente, el cual podría llegar a ser a muerte, si se remite a lo manifestado por varios líderes políticos rusos por medio de la propaganda oficialista. Al respecto, las palabras del propio Putin, del 24 de febrero de 2022, fueron muy dicientes: "Occidente no nos aprecia, nos quiere desmembrados, nos quiere destruidos".45
Detrás de este enfoque de política exterior se encuentra una lectura particular del eurasianismo; una agresiva, si se quiere, promovida por geopolíticos importantes del régimen, como lo son Aleksandr Dugin y Vadym Tsymbursky. La interpretación de ambos se encuentra inspirada en el pensamiento del filósofo político alemán Carl Schmitt, en específico, sobre un mundo dividido en dos grandes espacios (a los que estos autores rusos prefieren llamar "civilizaciones"), uno de los cuales es el "mundo ruso". Ese mundo abarcaría lo que en algún momento fue la URSS, cuyo corazón continental estaría en las actuales Rusia, Ucrania y Bielorrusia. Dentro de este mundo, Rusia ocuparía la posición del hegemón y en calidad de tal debería consolidar una "gran idea política" que englobe a toda su "civilización". Aparte de ser el guía intelectual de su gran espacio, el hegemón también debe servir de gendarme, bien sea para prevenir que los Estados limítrofes sean atraídos hacia ellos y se desestabilice la "civilización" o para evitar que las potencias externas desestabilicen el gran espacio en su interior.46 Al entender esta matriz mental, también se logra comprender el resquemor con el que Rusia reacciona ante cualquier intento de Ucrania por acercarse a Occidente o por intervenir con decisión, en caso de sentir que esta última se está desestabilizando.
Por otro lado, de cara a la opinión pública dentro y fuera de las fronteras rusas, las intervenciones de este país son justificadas desde causas más loables como la "desnazificación" de Ucrania y el combate contra el genocidio que allí se estaba fraguando. En el mencionado anuncio del 24 de febrero, Putin señaló la necesidad de "desnazificar y desmilitarizar" a Ucrania como una razón para participar en ese conflicto. En sus palabras:
He tomado la decisión de llevar a cabo una operación militar especial. Su objetivo será defender al pueblo que durante ocho años ha sufrido persecución y genocidio por parte del régimen de Kiev. Para ello, apuntaremos a la desmilitarización y desnazificación de Ucrania.47
El hecho de evocar el nazismo y uno de los peores crímenes, como el genocidio, no solo buscaba posicionar un casus belli moralmente plausible, sino que recreaba una narrativa en pos de los máximos valores del patriotismo ruso como lo fue la participación de la URSS en la Segunda Guerra Mundial y su importancia para la victoria de los aliados. Una narrativa difundida con amplitud por los medios de comunicación oficiales como la agencia Tass y los grandes medios de comunicación Sputnik y RT.48
Conclusiones
Este artículo surgió del objetivo de analizar, desde la operatividad de los códigos geopolíticos, el contexto y el desarrollo del conflicto entre Rusia y Ucrania, entre 1991 y 2022. En primer lugar, se destaca que los códigos geopolíticos han resultado una herramienta interesante para desglosar las fases de la política exterior de un país, desde su concepción del interés nacional hasta la justificación por sus acciones o reacciones. Partir de la identidad del Estado estudiado para relacionarse con otros Estados y demás actores, percibirlos como aliados o amenazas y actuar en el mundo también rescata la riqueza de los códigos geopolíticos. Rusia y su intervención en Ucrania fue un caso de estudio de gran valor para aterrizar este concepto.
En segundo lugar, el recurso de los códigos geopolíticos permitió alejarse de las interpretaciones univariables o de aquellas que pretenden ponderar algún aspecto sobre otros para situarlos como causa última de una confrontación. Hacer un análisis por fases en lugar de hacerlo por variables, facilitó aunar estas últimas a una explicación multidimensional de la situación entre Rusia y Ucrania y ofrecer una visión más holística del asunto.
Sin embargo, el final de este artículo también deja en evidencia el Estadocentrismo de los códigos geopolíticos como herramienta de análisis. El talente autárquico del gobierno Putin y la monopolización de los medios de comunicación por parte del Estado puede que, en ese caso específico, logren conducir a una fabricación de consensos dentro del país. No obstante, en un mundo hiperconectado y en lugares donde el control estatal de las comunicaciones no sea tan eficaz, el afán de justificar una reacción puede ser neutralizado por la gran prensa internacional o por medios alternativos de comunicación, una limitante que debe ser tenida en cuenta por los tomadores de decisión.
Notas
1 Stephen van Evera, Guide to Methods for Students of Political Science (Nueva York: Cornell University Press, 1997), 54.
2 Colin Flint, Introduction to Geopolitics (Londres y Nueva York: Routledge, 2006), 17.
3 Peter J. Taylor, Geografía política: economía mundo, Estado-nación y localidad (Madrid: Trama, 1994), 58-59.
4 Flint, Introduction to Geopolitics, 17.
5 Saul Bernard Cohen, Geografía y política en un mundo dividido (Madrid: Ediciones Ejército, 1980).
6 Taylor, Geografía política, 58-59.
7 Flint, Introduction to Geopolitics, 65.
8 Zbigniew Brzezinski, El gran tablero mundial: la supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos (Barcelona: Paidós, 1998), 49.
9 Catalina Andrea Consuegra Ortega, "Análisis de la importancia geopolítica de Ucrania para Rusia y la Unión Europea entre el periodo 2000-2008" (Tesis de pregrado, Universidad del Rosario, 2010), 27.
10 Mateo Rubiano Giraldo, La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS): ¿una alianza estratégica sino-rusa para el control de Asia Central? (2001-2014) (Tesis de pregrado, Universidad del Rosario, 2015), 26.
11 Richard Sokolsky y Tanya Charlick-Paley, NATO and Caspian Security. A Mission too Far? (Santa Mónica: RAND Corporation, 1999), 24-25.
12 Ana Catalina Joya Ibarra, Análisis de la influencia del conflicto por Nagorno-Karabaj en la construcción de un complejo de seguridad entre Irán, Rusia y Turquía en el sur del Cáucaso (Tesis de pregrado, Universidad del Rosario, 2011), 27.
13 Sol Peirotti, "La política de Vladimir Putin con respecto a Armenia y Azerbaiyán", http://www.reportecaucaso.cormanalisis/index.php?option=com_content&view=ar (acceso febrero 18, 2015).
14 Lina María Manco Piñeres, Reconfiguración de la política exterior rusa para el mantenimiento del orden internacional y su influencia en materia de seguridad en la región del Cáucaso, en el período comprendido de 1991 a 2008 (Tesis de pregrado: Universidad del Rosario, 2010), 17.
15 Peirotti, "La política de Vladimir Putin".
16 Peirotti, "La política de Vladimir Putin".
17 Manco Piñeres, Reconfiguración de la política exterior rusa, 24.
18 Vladimir Davydov, "La política exterior desde Moscú. Estrategias globales en tiempos de turbulencia", Nueva Sociedad, núm. 253 (2014): 9, https://nuso.org/articulo/la-politica-exterior-desde-moscu-estrategias-globales-en-tiempos-de-turbulencia/
19 Diego Leiva van de Maele, "Russia is back: análisis de la evolución de la política exterior rusa en la 'era Putin", Estudios Internacionales 49, núm. 187 (2017): 28.
20 Anelise Dutra, "Era Putin: los reflejos del vertical of power en las relaciones Rusia-OTAN" en Actores internacionales contemporáneos: normatividad y poder en las relaciones internacionales, coord. Mónica Rocha-Herrera et al. (Valencia: Tirant lo Blanch, 2019), 81-82.
21 Jonathan Masters, "Why NATO and Ukraine are a Flash Point with Russia 30 Years after the End of the Cold War", PBS News Hour, https://www.pbs.org^newshour/world^why-nato-and-ukraine-are-a-flash-point-with-russia-30-after-the-end-of-the-cold-war (acceso junio 12, 2022).
22 José Manuel Saiz Álvarez, "La Organización de Cooperación de Shangai (OCS): claves para la creación de un futuro líder mundial", Revista de Economía Mundial, núm. 23 (2009): 307.
23 Mónica González Melo, Asociación estratégica sino-rusa: implicaciones en el equilibrio de poder en la región euroasiática (2001-2014) (Tesis de pregrado: Universidad del Rosario, 2016), 42-43.
24 Albrecht Rotchacher, "Allying with an Evil Axis?", The RUSIJournal 153, núm. 1 (2008): 68.
25 Brzezinski, El gran tablero, 62.
26 Juan David Otálora Sechague, La Ucrania post-soviética: geopolítica de un Estado bipolar (Tesis de pregrado: Universidad del Rosario, 2014), 12.
27 Brzezinski, El gran tablero, 49.
28 DW, "Turquía descubre gran reserva de gas natural en el mar Negro", https://www.dw.com/es/turqu%C3%ADa-descubre-gran-reserva-de-gas-natural-en-el-mar-negro/a-54658996 (acceso mayo 30, 2022).
29 Agencia EFE, "La guerra en Ucrania empuja a Rumanía a explotar el gas del mar Negro", https://www.efe.com/efe/espana/economia/la-guerra-en-ucrania-empuja-a-rumania-explotar-el-gas-del-mar-negro/10003-4818253 (acceso junio 14, 2022).
30 Rubén Esteller, "La paradoja del gas en Ucrania: ahogar las cuentas de Rusia o el suministro de Europa", eleconomista.es, https://www.eleconomista.es/energia/noticias/11636360/02/22/La-paradoja-del-gas-en-Ucrania-ahogar-las-cuentas-de-Rusia-o-el-suministro-de-Europa.html (acceso junio 8, 2022).
31 Agata Loskot-Strachota, "The Complexity of Russian-Ukrainian Energy Relations", Insitute for Security Studies European Union, http://www.iss.europa.eu/uploads/media/Russian_Ukrainian_gas_relations.pdf (acceso mayo 18, 2018).
32 3tres3, "Rusia y Ucrania: papel en la producción y suministro de alimentos y fertilizantes", https://www.3tres3.com/ultima-hora/rusia-ucrania-produccion-y-el-suministro-de-alimentos-y-fertilizantes_47779/ (acceso junio 10, 2022).
33 Alejandro Márquez, "Las Fuerzas Armadas de Ucrania: 25 años de decadencia", El Orden Mundial, https://elordenmundial.com/las-fuerzas-armadas-de-ucrania/ (acceso junio 8, 2022).
34 Márquez, "Las Fuerzas Armadas de Ucrania".
35 Otálora Sechague, La Ucrania post-soviética: geopolítica de un Estado bipolar, 16.
36 Tatiana Zhurzhenko, "The Myth of Two Ukraines", Transit, núm. 23 (2002). https://www.iwm.at/publication/trnsit-online/the-myth-of-two-ukraines (acceso octubre 24, 2017).
37 Boris Pétric, "Á propos des révolutions de couleur et du soft power américain", Hérodote 2, núm. 129 (2008): 17.
38 Alberto Priego, "Ucrania: la Revolución Naranja se tiñe de rojo", Real Instituto Elcano, https://www.realinstitutoelcano.org^ucrania-la-revolucion-naranja-se-tine-de-rojo/ (acceso junio 15, 2022).
39 Priego, "Ucrania: la Revolución Naranja se tiñe de rojo".
40 Michel Duclos, "Ukraine: Putin's War to Change the World", http://www.institutmontaigne.org/en/blog/ukraine-putins-war-change-world (acceso junio 11, 2022).
41 Duclos, "Ukraine: Putin's War".
42 Jim Garamone, "Russian Progress in Ukraine Is Only Incremental", U. S. Department of Defense, https://www.defense.gov/News/News-Stories/Article/Article/3045455/russian-progress-in-ukraine-is-only-incremental/ (acceso junio 14, 2022); William B. Taylor, "Ukraine: The Dangers in Russia's New Offensive", United States Institute of Peace, https://www.usip.org/publications/2022/04/ukraine-dangers-russias-new-offensive (acceso junio 13, 2022).
43 Holly Ellyatt, "Russia Claims to Have Changed its Strategy in Ukraine, but There Are Doubts Over its Real Intentions", CNBC, https://www.cnbc.com/2022/03/28/russias-ukraine-strategy-has-shifted-heres-what-you-need-to-know.html (acceso junio 12, 2022).
44 The Times of India, "Explainer: Why Russia is Changing Strategy in Ukraine, Focusing on Eat", https://timesofindia.indiatimes.com/world/europe/explainer-why-russia-is-changing-strategy-in-ukraine-focusing-on-east/articleshow/90701038.cms (acceso junio 10, 2022).
45 Duclos, "Ukraine: Putin's War".
46 AndrewWilson, "Inside the Russian Geopolitical Mind: Pseudo-Justifications behind the War in Ukraine", European Council on Foreign Relations, https://ecfr.eu/article/inside-the-russian-geopolitical-mind-pseudo-justifications-behind-the-war-in-ukraine/ (acceso junio 10, 2022).
47 Mariana Sanches, "Rusia y Ucrania: '¿Desnazificar Ucrania?': la historia detrás de la justificación de Putin para invadir Ucrania", BBC News, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-60524958 (acceso junio 14, 2022).
48 RFI, "El crucial papel de la desinformación en la invasión rusa en Ucrania", France 24, https://www.france24.com/es/rusia/20220225-guerra-ucrania-desinformacion-noticias-falsas (acceso junio 4, 2022).
Referencias
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